2 años llevaba esperando poder
correr la Ruta de las Fortalezas. Estaba más que preparado para hacer un buen
tiempo, 10 kilos menos que en el 2014, más entrenamiento, más descanso, mejor
preparación y la cabeza mejor que nunca, nada podía fallar para conseguir el
objetivo de bajar de 5h 50´.
Desayuno fuerte con Mamen y en la
salida saludo a los cientos de amigos que hay por allí. En la salida junto con
Mamen, Marina, Tamara, Iván y Nieves, rodeado de Antonio Vera, Juande, y un
largo etcétera, escucho himno nacional a las 08:00 con los pelos de punta, casi
llorando y… ¡Cuenta atrás para la salida!
Salgo en mitad de pelotón de
4.000 personas con el objetivo claro de salir medio fuerte para quitarme el
embotellamiento del primer monte, adelanto a muchísima gente y consigo pasar entre
los 400 primeros, con lo cual paso ligero y sin pararme, ya que todo el que va
delante de mí no se para a andar, he hecho una salida perfecta. Una vez salvado
este pequeño monte, me pongo a mi ritmo, velocidad crucero hasta el siguiente
monte. La estrategia está clarísima; ganar tiempo hasta el kilómetro 30-35 que
es mi terreno, para después perderlo poco a poco. Me conozco y sé que la
primera parte de la carrera me viene mejor, en la segunda sufro bastante y
necesito un colchón más que decente para afrontar la última parte.
Van cayendo los kilómetros,
ganando tiempo al ritmo medio que necesito en cada km, voy bien, me hidrato
bien, como bien, paradas muy rápidas en los avituallamientos, no pierdo tiempo.
Voy con muchas personas conocidas, saludando, hablando, animando, disfruto del
día… Pero empieza a apretar el calor. Km 20 y voy mejor de lo esperado, de
tiempo y de fuerza, sigo.
Allá por el km 30 y después de
llevar más de 10 km con Ángel Mercadal, subiendo Galeras empiezo a notar las
piernas, no la sensación típica de cansancio por los kms, sino de que algo no
va bien. Está Luis esperándome en la bajada, cojo gorra y gafas, y a seguir. No
voy mal del todo pero no me encuentro cómodo, no voy mal de ritmo y sigo bien
de ritmo medio pero no voy como me gustaría, o al menos como he ido en los
entrenamientos, queda lo más duro.
Luis me distrae, me habla, me
anima y se me pasan los kilómetros hasta pie de Atalaya… Otra vez me ha vuelto
a vencer, ha sido poner un pie en el Atalaya y noto un bajón tremendo, voy
completamente destrozado, el calor me está matando y no puedo correr más. Cabeza
abajo, no me olvido de beber y comer, me engancha Diego Rodríguez y Antonio
Vera, me distraigo un poco con ellos y ya medio acalambrado en el gemelo
izquierdo, consigo llegar arriba, trago de CocaCola y a recuperar bajando,
tocaba llanito y repecheo hasta el último monte… Me empiezo a agobiar con el
tiempo, miro el GPS y sé que voy en tiempo, pero me agobio, voy muy muy jodido.
Cada km me tengo que parar a estirar el gemelo, los pinchazos se incrementan y
se intensifican, lo paso realmente mal, un sufrimiento agónico, hace mucho
calor.
Llego al último monte a trote,
trote muy despacio pero mantengo el ritmo medio… Subo medio como puedo y arriba
me doy cuenta de que voy en tiempo y lo voy a conseguir, me quedan 3-4
kilómetros pero apenas puedo correr, cada 300-400m me tengo que parar con
calambres ya en ambos gemelos, una tortura. Sé que lo tengo, sé que voy a bajar
el tiempo objetivo…
Entro en meta en 5h 40´, 10
minutos menos del tiempo que tenía previsto. Lo he pasado muy mal, muy pero que
muy mal, pero lo he conseguido.
Como y bebo en meta, descanso, y
a por mi princesa andando hasta el km37 para afrontar nuevamente los últimos
14kms con ella. Vuelvo a entrar en meta, esta vez sí, disfrutando, en 10h 20´ y
culminamos esta Ruta de las Fortalezas con un beso que sabe a victoria, nuestra
victoria.
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