sábado, 15 de octubre de 2016

Crónica Ironman Vitoria

10 de julio del 2016, Ironman de Vitoria.

Nunca había hecho un triatlón, ni súper sprint, sprint, olímpico, ni half. Fue por el 2014 cuando me empezó a llamar la atención el Ironman, y no el triatlón, sino la prueba Ironman. Me parecía y me parece la prueba estrella de un deportista. No quiero decir, ni mucho menos, que si no has hecho un Ironman no eres nadie como deportista, soy una persona humilde, sin grandes ni medianas marcas pero la prueba de los 226kms me parece el top. Mezcla 3 deportes totalmente contrarios entre sí, pone a prueba tu mente, tu cuerpo, y en la que hay decenas de factores que determinan el ser finisher o no.

Hay cientos de horas de entrenamiento, soledad, constancia y dedicación detrás de los 226kms. Un sueño que llevaba detrás de él 2 años y por unas causas u otras nunca había podido llevar a cabo.

Llegamos a Vitoria temprano, iba a hacer calor. Tenía miedo al agua, sé nadar normal pero no había hecho ni un solo metro en otro medio que no fuese una piscina. Sabía que si salía del agua, era finisher, lo sabía. No estaba nervioso, estaba perfectamente entrenado para terminar, no quería tiempo, quería ser un Ironman.


Pretendía salir casi al final de los 1000 participantes, pero me vi inmerso en mitad de pelotón tras el pistoletazo y tras pasarme decenas y decenas de triatletas, quedaban cientos detrás de mí, así que decido tirarme al agua y ya me pasarían… Error.

A los 15 metros me agobio, me agobio mucho, jamás había nadado en mar/pantano/lago o similar y menos con cientos de personas a mi alrededor. Saco la cabeza del agua para tranquilizarme porque estoy aterrorizado, no puedo nadar, se me pasa por la cabeza abandonar. Pienso en retirarme y terminar mi sueño tras no haber hecho ni 15 metros de los 226kms, no había sentido nada parecido en mi vida, la sensación de miedo. Pienso en llamar a las piraguas que acompañan a los triatletas, que me vengan a buscar y fin de la prueba, pero mientras pienso todo esto, al tener la cabeza fuera del agua y estar parado, me dan 3 tortazos que hoy en día los agradezco, me hacen espabilar y pienso: “Nada, Alberto, mete la cabeza debajo del agua y entra en visión túnel, nada porque tienes a más de 400 personas que te van a pasar por encima, literalmente”. Así lo hago, metro a metro, metro a metro, le sigo los pies a uno, no quiero saber nada de boyas, ni de metros, ni de ritmos, no quiero pensar, sólo seguir esos pies. Me voy tranquilizando y completo los primeros 1900m. Segunda vuelta más de lo mismo, me veo algo más confiado pero sigo pies a otro chico que lleva un ritmo muy acorde al mío y por fin, salgo del agua. Voy entre los 100 últimos, tiempo 1h 35´, no importa, sé que si no pasa nada ajeno a mí, soy finisher, y eso que me quedan muchas horas, pero lo sé.

Voy para las casi 7 horas en bici, pero me encuentro bien, muy bien. Clavo los 30-31kms/h, sin gastar en los pocos repechos que hay. Circuito rodador en los que hay varios repechos, que si estás fuerte (no es mi caso), no hay ni que quitar plato. 3-4 horas de bici y sigo clavando los 30km/h, voy bien, como y bebo, está apretando el calor, son las 13:00h. Hacia las 14:00h el calor es insoportable, bebo mucho, sales y agua, el maratón va a ser duro. Se me empieza a empalagar algo la bici hacia el km 140 pero voy muy muy bien, regulando y voy para las 6h, perfecto. Los últimos 40kms necesito “desconcentrarme” del reloj y de la carrera, visualizar paisaje, mirar las bicis de otros triatletas, pensar en otras cosas, sólo pienso en ver a Mamen, a mi padre y a Bea. Así, km tras km, consigo llegar a Vitoria y allí estaban, recibiéndome como si fuese un héroe, 6h 13´ de bici. Me vengo totalmente arriba, “sólo” queda la maratón, me encuentro muy bien. Se trata de comer, beber y cabeza. Ya lo tengo, soy casi finisher. No pierdo tiempo en la transición y salgo a comerme Vitoria.

La ciudad entera está volcada, miles de personas chillando, animándote como si fueses un profesional, coincido con la última vuelta de los profesionales. Son 4 vueltas a un circuito de 10,5k, con lo cual vería 3 veces a Mamen, a mi padre y a Bea. Me gusta dividir las pruebas que hago en varias partes y aquí lo tenía muy fácil, eran 4 vueltas, era verlos a ellos 4 veces. La primera media maratón la disfruto, es increíble. El ritmo es lento pero constante. Allá por el km25 empiezo a notar que la gasolina se acaba, no importa, es saber gestionar, no dejar de comer y beber, y llegar a meta. Troto, corro, ando, troto, corro, ando y llego al 31k, donde nuevamente vuelvo a ver a Mamen pero ya voy completamente vacío, ya no hay más, pero da igual, lo tengo, soy finisher. Obviamente el momento es duro, llevo 11h y pico y aunque no estaba completamente destrozado, ya no tenía más fuerzas, era simple, la gasolina se había acabado. No podía correr ni un metro más. Por el km 32 me encuentro otro triatleta andando y me pongo a hablar con él, vamos parejos de fuerzas, o sea, ninguna. Era el gran Alberto Cuerpo, tras hablar unos minutos con él, decidimos terminar juntos, andar hasta la meta. No olvidaré nunca esos 10kms y la de cientos de cosas que uno es capaz de contarse, fue increíble encontrarme con él. Tras andar y andar, llegamos al último kilómetro y como no, decidimos a 500 metros echar a trotar. Nuestro trote era para echarse a llorar, pero había que correr, en meta se entra corriendo, siempre.

Allí estaba Mamen, mi padre y Bea, esperándome. Se me saltan las lágrimas, era FINISHER del Ironman de Vitoria, 13h 25´ y acababa de cumplir mi sueño, ser un IRONMAN.

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